La agricultura almeriense no quiere dormirse en los laureles. Por ello, cada año crece el número de hectáreas certificadas, lo que supone una apuesta continua por un sello de calidad en busca de mejorar sus posibilidades de comercialización en mercados ya consolidados, así como a la hora de buscar alternativas, principalmente, tras las necesidades surgidas a raíz del veto ruso y las consecuencias que podría tener el Brexit con los clientes de Reino Unido.
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